Contribuciones de la Mesa 1

Metodologías virtuales para adolescentes sobre el cuerpo sin cuerpos presentes

Autora:

Gabriela Miranda García

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Resumen

En el Curso para adolescentes de la Cuerda “Cuarentena en Curso” el reto más difícil fue traducir las metodologías a la modalidad virtual, sobre todo cuando el cuerpo era el centro de la reflexión y el aprendizaje. La pregunta más relevante era ¿cómo hacer presente la experiencia corporal?

Mi aporte para este encuentro de Educación Popular es la construcción de una metodología virtual que resultó cercana, amable, sensible y retadora para reflexionar en conjunto con personas adolescentes sobre su cuerpo.  
Para las personas adolescentes la relación con su cuerpo se ve atravesada por la exigencia social de cumplir con modelos atractivos, divertidos, blancos y delgados y la sobre exposición que esto exige. Pero también por la vergüenza, el miedo o la incomodidad que representan los cambios corporales en sus vidas.

Reflexionar sobre el cuerpo es reflexionar sobre el racismo, el sexismo, el adultocentrismo y la colonialidad, no sólo porque tenemos la esperanza de colaborar en la formación de personas más autónomas y justas, sino porque estos aprendizajes se convierten en un padecimiento a muy temprana edad.

¿Pero qué recursos usar para lograr una profundización en estos temas? Imágenes bien escogidas, el uso de documentales breves y el uso de la fotografía fueron vitales. Pero también descubrí tres cosas: uno, para las personas no es un reto estar frente a una pantalla con la que interactúan, dos, el hecho de no tener al cuerpo expuesto frente a otras personas les permitió hablar de él con mayor seguridad, porque la pantalla les daba la posibilidad de tender un puente y a la vez generar un límite. Y tres, la palabra escrita en el chat, permitió una comunicación que para algunas personas no es posible lograr de manera oral.

Compartir e intercambiar las experiencias metodológicas en la virtualidad me representó una posibilidad que antes no había descubierto.

Desarrollo:

Desde hace años trabajo reflexiones críticas sobre el cuerpo. Entendiendo el cuerpo como una categoría no biológica sino como una construcción social. Esta construcción social significa que el cuerpo es un constructo hegemónico, patriarcal, colonial, capitalista, adulto, sexista, racista, etc. Esto crea, por supuesto, un modelo corporal al que nos vemos exigidos/as en alcanzar. Alcanzar el modelo o no alcanzarlo trae repercusiones: desde ostentar un privilegio, que debe ser revisado, hasta sentir vergüenza o frustración crónicas. Las normas sobre los cuerpos se instalan con mayor intensidad en la adolescencia. Por ello es importante desaprender y de ser posible revertir la mirada sobre el propio cuerpo y sobre el cuerpo de las otras personas.

1. Hablar del cuerpo entre pares en el medio virtual, habitual a las personas adolescentes

En medio de esta reflexión ocurrieron las restricciones de movilidad por la Pandemia de Covid 19. Se había programado un curso de verano para adolescentes en el que yo hablaría sobre este tema.

Al inicio nos preocupamos, luego hicimos lo inevitable, abrir un espacio virtual para el aprendizaje. Lo que inmediatamente descubrí fue que las personas adolescentes se sentían muy cómodas hablando e interactuando a través de la pantalla. No era ni extraño, ni frío, ni impersonal, de echo era el modo en que las participantes de modo habitual interactuaban entre ellos/as y con los youtubers. Se sentían cómodos/as y su intuición tecnológica nos superaba por mucho a las adultas. Nos enseñaron. A manejar y explorar las herramientas de la plataforma, a buscar recursos, a crear atajos para aprovechar mejor el proceso, en fin, su capacidad de internautas natos/as salvó la partida. No estuvimos en un bosque, al aire libre como teníamos planeado, pero la virtualidad era su salsa.

2. Poder hablar de mi cuerpo sin que me vean

Pero hablar del cuerpo no es fácil, significa una sobre exposición en un ambiente que por su experiencia es hostil. Pero la pantalla creaba el puente para hablar y el límite a la vez, porque si alguien mencionaba su peso, su estatura y aún su color, el modo de verificar era mínimo. Se creaba una especie de barrera de seguridad que de forma presencial no siempre se logra. Algunas veces cuando trabajo con las chicas adolescentes en forma presencial y hablan sobre su vulva o vagina sirve colocarse un paño sobre la región de la pelvis, esto reduce el estrés, así que supongo que la pantalla funciona como ese paño. La gente se animó a compartir sobre los temores, vergüenzas o dolores en su cuerpo.

3. Herramientas para la democratización del espacio virtual

En nuestros contextos de suma precariedad o profundamente inestables no siempre se puede garantizar una buena conexión, un buen audio o un buen aparato receptor. Por lo que utilizar herramientas externas como links externos para hacer actividades no siempre funciona de manera igual para todes, así que me la ingenie con el simple uso de la pizarra, el chat, el uso de imágenes, dibujos en casa, muecas con las caras o gestos con las manos, el uso de emogies cuando las habilitaron.  No fue un proceso inmediato, fue un ejercicio de prueba y error que me llevó a recomponer la metodología casi en cada sesión.

4. Mi voz en el chat

No es lo mismo leer que escribir, no tiene ni el mismo razonamiento ni es el mismo recurso. Al leer recibimos, al escribir creamos. Así que la escritura en el chat fue un recurso importante. La expresión escrita suele costar siempre un trabajo, pero los adolescentes dominan esa redacción, se expresan con propiedad y se comprende, para mi como escritora me llenó de esperanza, porque quizás desarrollen la escritura, la expresión de ideas concretas y aún la elaboración de conceptos

5. La imagen fue mi principal recurso

Trabajar con el cuerpo requiere del uso de la imagen, la virtualidad me dio la posibilidad de usar esta herramienta con mucha más facilidad que en modo presencial, ya que no se requieren de recursos adicionales como proyector, pantalla, etc. Aquí las imágenes apoyaron mis afirmaciones sobre los cuerpos, era sencillo mostrarlas, trabajarlas, indagar sobre ellas, trabajar sobre ellas, buscar las propias imágenes y compartirlas.

6. La selfie de mi cuerpo al final de la reflexión

Al final del taller de 5 sesiones nombrar las molestias en el cuerpo fue el reto. La dulzura de compartir en grupos y exponer fue muy importante. Cada Taller decidió el tema: lo que no me gusta de mi cuerpo, lo que aprendí a odiar, la parte de mi cuerpo que oculto, alguna parte de mi cuerpo que no logro ver con facilidad, una selfie recién levantada, una selfié fingiendo ser otra persona, hago de mi foto un meme, etc. La comunicación virtual y sus herramientas hicieron esto posible. Fue conmovedor hasta las lágrimas, nombrar los dolores y alegrías sobre cuerpos tan jóvenes me impresionó y me dolió. El ejercicio sirve para tener la fuerza de amar aquello que nos enseñaron a odiar.

Entonces:

La pandemia por covid 19, la soledad, muerte, encierro, que trajo consigo fue muy triste. Los cuerpos quedaron ocultos más que nunca, pero yo me pude conectar con personas casi niñas, que lograron hablar de sus vidas en torno a sus cuerpos, reflexionar sobre el racismo, la gordofobia, la enfermedad, la variabilidad corporal, los cambios, la discapacidad y aprender en conjunto que la vida se vive con un solo cuerpo al que no es fácil habitar en un mundo hostil y encerrado, y que amarnos radicalmente a nosotres y a los otros es una manera de resistir con ternura y dignidad desde los 12 años.

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